sábado, 28 de abril de 2012

Via Lucis, el Camino de la Luz

Desde el Domingo de Pascua hasta el de Pentecostés transcurren cincuenta días llenos de acontecimientos inolvidables, que los cercanos a Jesús vivieron intensamente, con una gratitud y un gozo inimaginables. En los tiempos actuales, tal vez por la importancia que damos los cristianos a la Cuaresma, somos menos conscientes de lo que ha significado, significa y debe significar este tiempo posterior a la Cuaresma

El Vía Lucis es el camino no ya del Calvario, sino de la Luz, del gozo y la alegría vividos con Cristo resucitado. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y acción de Cristo que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espíritu Santo que vivifica el alma y derrame sobre nosotros el fuego llameante de su amor misericordioso, para que nos transforme en criaturas nuevas.
 

Un poco de historia.
Las estaciones de la Resurrección, también conocidas por su nombre latino, Via Lucis ("Camino de la Luz"), son una forma de devoción cristiana que fomenta la meditación sobre la Resurrección de Jesucristo y algunas de las apariciones de Jesús resucitado y otros episodios registrados en el Nuevo Testamento.

Las estaciones de la Resurrección complementan las Estaciones de la Cruz, o Via Crucis (el término Via Lucis intencionalmente lo recuerda), una tradicional devoción católica que conmemora la Pasión de Jesús. A diferencia de la forma tradicional de las Estaciones de la Cruz —aunque en común con la forma de revisión presentado por el papa Juan Pablo II el Viernes Santo de 1991—, todas las estaciones de la Resurrección se basan en hechos registrados en los cuatro evangelios y en los Hechos de los Apóstoles.

Al igual que con las Estaciones de la Cruz, la devoción no tiene forma fija, pero normalmente incluye para cada estación una lectura de la Escritura, una breve meditación, y una oración. Donde una serie de imágenes se utiliza para ayudar a la devoción, que tiene la forma de una procesión, con el paso de una estación a la siguiente que a veces viene acompañada por el canto de uno o más versos de un himno.


En el verano de 1988, el Padre Sabino Palumbieri, Profesor de Antropología en la Universidad Salesiana de Roma, propuso la creación de un nuevo conjunto de las estaciones, centrado en la Resurrección y los acontecimientos posteriores de la misma, a fin de hacer hincapié en lo positivo, la esperanza de la historia cristiana que, aunque no ausentes de las Estaciones de la Cruz, está oculto por su énfasis en el sufrimiento. La primera gran celebración pública de esta devoción fue en 1990, tras lo cual ganó un mayor valor.
En diciembre de 2001, la Santa Sede promulgó un Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, donde elogió el Via Lucis.

Os dejamos una referencia de nuestros colegas de Iglesia.org por si queréis profundizar http://www.iglesia.org/articulos/via_lucis.php

domingo, 15 de abril de 2012

Excursión por el monte de Canaleja

El sábado día 14 de abril hicimos otra excursión de montaña, parecida a la que habíamos hecho a principios de curso; pero en esta ocasión faltaban muchos de los que habían ido a la otra, y había algunos nuevos.


Quedamos junto a la iglesia de Villanueva a las 17:30, y desde allí decidir que hacer. Llegamos más o menos todos puntuales y esperamos charlando algunos, y otros jugando con un balón a que don Ricardo acabase una misa por una persona del pueblo, que estaba a punto de cumplir los 100 años.


Cuando terminaron, montamos en los coches dirección a Canaleja. Aparcamos y estuvimos un tiempo decidiendo por donde ir. A continuación nos pusimos a caminar montaña arriba....
Así hasta que llegamos a un "monasterio" antiguo, del que ya sólo quedaban un montón de piedras, y si no te dicen lo que es no adivinas que haya sido un monasterio.
Paramos allí un buen rato, mientras nuestro guía (don Ricardo) nos explicaba toda la historia del antiguo edificio. Después seguimos el paseo hacia arriba, sin saber exactamente a donde, pero en fin ¡el caso era pasarlo bien ¿no?!


Arriba paramos frente a una muria. Don Ricardo nos explicó que una muria es un montón de piedras para separar las tierras de unos y otros propietarios. Caminamos algo más, y observamos algo parecido a las Médulas, pero en pequeño. Se visualizaban muy bien las formas que provocaba la erosión de la tierra (en los próximos días completaremos esta crónica con fotos que nos ha prometido Esther, de manera que se "visualizará" todo mucho mejor !!!!). También vimos un árbol en forma de perro, y una casa semejante a la de los enanitos.


Después de disfrutar de estas "esculturas naturales", algunos dijeron ver varios corzos. Como a algunos de los excursionistas que no los habíamos visto nos faltaba algo de fe, lanzamos algunas piedras al matorral para ver si salían de nuevo. Pero no hubo forma de que salieran y, aunque esto podría reforzar nuestra falta de fe, lo cierto es que ninguno de los que tiró piedras llegó lo suficientemente lejos. 


Pocos pasos más adelante entramos en una zona algo boscosa, donde podíamos escuchar la maravillosa orquesta del viento, los árboles, ... y algunos decían que querían quedarse a dormir allí, disfrutando de la naturaleza, pero otros exigían que les fuera llevada la cama para pasar allí la noche.


Un rato más tarde don Ricardo y el "lanzador de piedras" que más lejos las enviaba, jugaron a los gatos: cogen tres o cuatro juncos cada uno, los doblan, ponen un palo corto uniéndolos, y tiran hasta que unos de los gatos se rompe; no ganó nuestro guía (ahí queda eso).
Llegamos a un alto y contamos los pueblos que se veían desde allí, en torno a dieciocho. Ese fue el punto más lejano al que llegamos, desde allí dimos la vuelta y comenzamos a bajar. 


Después del bosque, como íbamos repartidos en dos grupos debido a las distintas velocidades, los que íbamos delante tuvimos que esperar. Les preguntamos donde podríamos parar para comer algo, y cuando llegamos a la conclusión de que el monasterio era la mejor opción, cada uno bajó a su ritmo buscando el mejor camino.


Llegamos al monasterio y sacamos los bocadillos, o lo que tuviese cada uno, y comimos. Al acabar algunos se pusieron a jugar al fútbol, y como ese grupo no parara de crecer, finalmente quedamos tres o cuatro personas sentadas en las ruinas del monasterio comiendo pastas.Después de un rato de juegos decidimos que ya era hora de marchar, volvimos a los coches, y cada uno a su casa. 


Nos lo habíamos pasado muy bien, a pesar de que la tarde había sido algo fría. 
(@ de nuestra redactora María)