domingo, 15 de abril de 2012

Excursión por el monte de Canaleja

El sábado día 14 de abril hicimos otra excursión de montaña, parecida a la que habíamos hecho a principios de curso; pero en esta ocasión faltaban muchos de los que habían ido a la otra, y había algunos nuevos.


Quedamos junto a la iglesia de Villanueva a las 17:30, y desde allí decidir que hacer. Llegamos más o menos todos puntuales y esperamos charlando algunos, y otros jugando con un balón a que don Ricardo acabase una misa por una persona del pueblo, que estaba a punto de cumplir los 100 años.


Cuando terminaron, montamos en los coches dirección a Canaleja. Aparcamos y estuvimos un tiempo decidiendo por donde ir. A continuación nos pusimos a caminar montaña arriba....
Así hasta que llegamos a un "monasterio" antiguo, del que ya sólo quedaban un montón de piedras, y si no te dicen lo que es no adivinas que haya sido un monasterio.
Paramos allí un buen rato, mientras nuestro guía (don Ricardo) nos explicaba toda la historia del antiguo edificio. Después seguimos el paseo hacia arriba, sin saber exactamente a donde, pero en fin ¡el caso era pasarlo bien ¿no?!


Arriba paramos frente a una muria. Don Ricardo nos explicó que una muria es un montón de piedras para separar las tierras de unos y otros propietarios. Caminamos algo más, y observamos algo parecido a las Médulas, pero en pequeño. Se visualizaban muy bien las formas que provocaba la erosión de la tierra (en los próximos días completaremos esta crónica con fotos que nos ha prometido Esther, de manera que se "visualizará" todo mucho mejor !!!!). También vimos un árbol en forma de perro, y una casa semejante a la de los enanitos.


Después de disfrutar de estas "esculturas naturales", algunos dijeron ver varios corzos. Como a algunos de los excursionistas que no los habíamos visto nos faltaba algo de fe, lanzamos algunas piedras al matorral para ver si salían de nuevo. Pero no hubo forma de que salieran y, aunque esto podría reforzar nuestra falta de fe, lo cierto es que ninguno de los que tiró piedras llegó lo suficientemente lejos. 


Pocos pasos más adelante entramos en una zona algo boscosa, donde podíamos escuchar la maravillosa orquesta del viento, los árboles, ... y algunos decían que querían quedarse a dormir allí, disfrutando de la naturaleza, pero otros exigían que les fuera llevada la cama para pasar allí la noche.


Un rato más tarde don Ricardo y el "lanzador de piedras" que más lejos las enviaba, jugaron a los gatos: cogen tres o cuatro juncos cada uno, los doblan, ponen un palo corto uniéndolos, y tiran hasta que unos de los gatos se rompe; no ganó nuestro guía (ahí queda eso).
Llegamos a un alto y contamos los pueblos que se veían desde allí, en torno a dieciocho. Ese fue el punto más lejano al que llegamos, desde allí dimos la vuelta y comenzamos a bajar. 


Después del bosque, como íbamos repartidos en dos grupos debido a las distintas velocidades, los que íbamos delante tuvimos que esperar. Les preguntamos donde podríamos parar para comer algo, y cuando llegamos a la conclusión de que el monasterio era la mejor opción, cada uno bajó a su ritmo buscando el mejor camino.


Llegamos al monasterio y sacamos los bocadillos, o lo que tuviese cada uno, y comimos. Al acabar algunos se pusieron a jugar al fútbol, y como ese grupo no parara de crecer, finalmente quedamos tres o cuatro personas sentadas en las ruinas del monasterio comiendo pastas.Después de un rato de juegos decidimos que ya era hora de marchar, volvimos a los coches, y cada uno a su casa. 


Nos lo habíamos pasado muy bien, a pesar de que la tarde había sido algo fría. 
(@ de nuestra redactora María) 

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